Chric

Imágenes, textos. Cierro los ojos y todo es posible. Pero mejor abiertos, con ellos apreciando la realidad no te pueden confundir, y eso es lo que necesito. Todos miramos, observamos y vemos; y aquí nace la diferencia, ya que cada uno ve su propia imagen, aunque no todos la valoran. Quizás el cielo sea mañana ó el hoy que fue ayer. Una mujer puede ser un estético conjunto de suaves y bellas curvas ó pueden ser miles de historias. Estas son mis fotos, mis palabras... La realidad es como soy.

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Nombre: Chric
Ubicación: Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina

domingo, diciembre 31, 2006

Escape hacia el infinito


El alba iluminó el horizonte y la noche entregó sus últimas exhalaciones.
La libertad azotó la culpa y el futuro día inundó con su calor al frío de la distancia
La maquinaria no falló, nada saltó desde la cascada y todo se transformó en infinito
El viento fue una caricia y la lluvia sólo sudor.
La luz se abrió camino y condujo la corriente por sus receptores.
La secuencia estaba escrita, una hora antes, tal vez dos, tal vez desde hacia meses.
A la bota le faltó su par y al sueño Aimará cerrar los ojos...
La noche regaló su luz y, aunque ya la conocía, fue otra revelación
La ventana no fue filtro en ninguna dirección, el exterior e interior se igualaron y presenciaron el resplandecer...
El humo de otra vela extendió su aroma y el calor se distanció de la realidad. Sus gotas fueron el aditivo indicado para que la mezcla irradiara su energía y su invitación fue irrefutable.
El fuego creció, la hoguera ardió en todo su esplendor y el arte desapareció del presente.
Las chispas fueron incapaces de encender lo ya ardiente; el aceite hirvió el fluir, la fuerza se liberó descontroladamente ordenada y hasta el vértigo fue conciente. Los cálculos ya no hicieron falta y la propia inercia devino en implosión.
La dinamita oculta en los canales recibió al fuego que escapaba hacía su coartada y su combustión fue inapelable. Los cables, que nunca se oxidan, soportaron la sobrecarga y condujeron la corriente hacia arriba; su incandescencia iluminó aquel espacio imposible de explorar y la tensión escapó del espacio y del tiempo.
Tres segundos, cuatro, cinco...
La eternidad descansa segura en el desconocimiento, en la falta de unidad.
Ese agujero ya no cerrará, la cicatriz, chamuscada por el fuego, será la demostración de la ignorancia.
Ya no quiero más, no sin eso.