Chric

Imágenes, textos. Cierro los ojos y todo es posible. Pero mejor abiertos, con ellos apreciando la realidad no te pueden confundir, y eso es lo que necesito. Todos miramos, observamos y vemos; y aquí nace la diferencia, ya que cada uno ve su propia imagen, aunque no todos la valoran. Quizás el cielo sea mañana ó el hoy que fue ayer. Una mujer puede ser un estético conjunto de suaves y bellas curvas ó pueden ser miles de historias. Estas son mis fotos, mis palabras... La realidad es como soy.

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Nombre: Chric
Ubicación: Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina

martes, marzo 13, 2007

Rápido Repaso


Los límites vuelven a expandirse y la elección es mía. Estoy ante una nueva división del camino y esta vez las opciones no son dos, son cuatro, cinco, mil, y cada una con sus infinitas ramificaciones, con sus posibles intersecciones, con sus sabidas combinaciones. La elección se presenta diferente. La óptica es otra y el parabrisas me refleja intensamente. En realidad no son cuatro los caminos, son tres más mi elección, esa donde sólo importo yo, donde yo debo unificarme para seguir adelante como bloque y no como un ente divisor y clasificador de experiencias.

Las opciones son todas magníficas y se presentan exitosas siempre. Qué es lo que determinará, entonces, el camino a seguir. Lo refractario de mi parabrisas me indica que esta vez el yo nunca será más primordial. La ausencia de necesidad me deja transitar sin carga y el fluir de la verdad pide enloquecidamente la sinceridad absoluta, esa que no supo trabajarse a tiempo. Cuanta verdad existía en aquello que ella prefería saber, pero cómo decírselo si ni siquiera yo lo sabía. ¿Si lo intuía? Quizás... pero igual no lo sabía.

Escucho una vez más a esa “mitad” que descubrí hace muy poco tiempo y, además de sentir una profunda y sincera tristeza, vuelvo al pensamiento que me dice que los dos ramales principales de esta vida nos llevan a los mismos destinos, aunque se pueden apreciar en caras diferentes. La autopista del norte no deja de organizar, la del sur, de sentir. Pese a que mi espíritu siempre se orientó al sur, elegí transitar la del norte. Interpreté muy bien mi punto de partida y me fijé el objetivo. Obviamente califiqué mis rivales y arremetí contra ellos. Los superé sistemáticamente, con inteligencia y con amor, un amor que sin saberlo me enviaban desde el sur. Sin saberlo, mi calificativa organización era exitosa merced a alimentarse inducidamente del poder de lo incalificable. Superando cada dificultad como la máxima avancé hasta los estándares de los mejores de mi clase; fui capaz de cubrir cada agujero y agoté los movimientos. Era lo buscado. Cuando todo fue cubierto mi motor se detuvo y desde la banquina de la autopista rápidamente vi que todos los superados igual llegarían a un objetivo al que yo ya no iba a arribar. Tras la desesperación inicial decidí, por primera vez en mi vida, perder de verdad. Desistí de encender el motor a todo precio y en cambio pensé qué quería hacer. Al final de esta autopista estaba el objetivo trazado y aún podía ganar la competencia. Pero mi autonomía ya no era la de antes y el costo de cada litro aumentaba exponencialmente con cada metro recorrido.

Siempre supe que todo tiene un precio y que nada me hará pagar más de lo por mi estipulado como máximo. Gracias a todo lo aprendido en aquella organizada autopista, donde mi superyo aún medita, hice cálculos -no tan exactos- del costo del combustible en la autopista del sur y la respuesta fue inapelable: el nuevo camino sería el sur.

Comencé a creer que no hay bien ni mal, pero si mejor o peor, aunque estos no tengan connotaciones sobre lo positivo o lo negativo. Mientras no pueda dejar de pensar, algo que no estoy seguro de querer hacer, seguiré aplicando y usufructuando los conocimientos adquiridos. El sentir sureño me sorprende ¡puede no ser llano! Existen fuerzas ocultas que igualan los corazones intrincados y curiosos con las neuronas hiperactivas.

A la seguridad de que la explicación que nos dan sobre el todo es completamente inexacta, en referencia a algo totalmente desconocido, mi conciencia calificadora ya no puedo callarla. La luz, el alma, el espíritu, o como se quiera llamar, se conectan por conductos que escapan a la lógica. No existe cañería capaz de transportarla, aunque sin embargo, y afortunadamente, llega a destino. Es que en realidad no es llegar, sino estar. Aquí las cosas no salen y llegan... Me sorprendo, me detengo, avanzó, retrocedo, pero sea cual sea la acción que registre siento que siempre es mejor. Es tan así que hasta me permiten utilizar las herramientas compradas del otro lado. Es eso, es la falta de posesión, de poder, de circunstancias que hunden, porque hasta la derrota es digna. Me miran raro, aún lo hacen, pero eso me sigue fortaleciendo. También existe la competencia, aunque significativamente el valor de la victoria sabe diferente.

Reconozco que ya no sabré más si no empleo el corazón y la correlatividad está saldada; el sentimiento de conocer que cada día sabré que sé menos no me derrota, sino me alienta. Cuanto más sepa más podré soportar que lo ya visto no se puede ocultar, que lo que sé que me falta no es una utopía, sino una forma de transitar la vida.

Vuelvo a la triple alternativa y se que cada uno de los caminos sabrá que si o si seremos muchos quienes los transitemos: Mis múltiples yo y tus múltiples vos.

Aquel camino que se atreva a invitarnos será el que transitaremos.